lunes, 23 de septiembre de 2013

¿El paisaje también es Patrimonio?



Existe una gran diversidad de normativa respecto a la conservación de edificaciones, objetos y obras de todo tipo. Sin embargo, la situación difiere cuando hablamos del Patrimonio natural, puesto que su protección y conservación no recibe la misma respuesta de compromiso y sostenibilidad por parte de la sociedad y de los organismos oficiales.

En el preámbulo del “Convenio Europeo del Paisaje” (Florencia, 20 de octubre de 2000), se estipula: “el paisaje es un componente fundamental del patrimonio natural y cultural europeo”. A pesar de ello, diariamente somos testigos de alteraciones y destrucciones del medio natural en el que vivimos. El más reciente de ellos, nos sitúa en las islas orientales.



Prospecciones petrolíferas de Repsol

En el año 2001, la multinacional Repsol recibía los permisos por parte del Gobierno para llevar a cabo las prospecciones petrolíferas en las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Desde entonces, tanto las islas orientales afectadas, como el resto del archipiélago se han movilizado a través de las organizaciones ecologistas, dejando clara la ilegalidad de la autorización concedida a Repsol.



La protesta en contra de las prospecciones se fundamenta en la ausencia de una evaluación acerca del impacto ambiental que acarrearían las prospecciones en las islas. Son muchos los motivos y razones que se alegan para el no establecimiento de la empresa en aguas canarias:


  • Se pone en riesgo la gran biodiversidad marina de las aguas, que posee una fauna muy diversificada y rica en especies.
  • Se reduce el tiempo de estudio de la sismología en Canarias.
  • Se pone en riesgo la actividad pesquera de la que vive buena parte de la población de las zonas costeras de Lanzarote y Fuerteventura.
  • Se pone en peligro el turismo, la principal actividad económica en la que se sustenta el archipiélago.
  • No se tiene en cuenta la gran importancia de las desaladoras de agua en Canarias, como principal suministro de agua potable de las islas, que podría peligrar por el vertido fruto de las prospecciones. Además, hay que considerar la posibilidad de una catástrofe ambiental como consecuencia del vertido incontrolado de petróleo.  
De esta argumentación, se deduce que las islas sólo asumen riesgos en esta operación, mientras que todos los beneficios irán a manos de compañías privadas. De esta forma, Canarias se convierte, de nuevo, en el escenario de explotación, aprovechamiento y codicia de unos pocos, que no dudan en proseguir con sus actividades ilegales e inmorales en contra del clamor popular.





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