¡Viva la República!, ¡Viva!, ¡Viva la Junta del
Tesoro!, ¡Viva!
Así comienza el documental titulado “Las Cajas
Españolas”, que cuenta la historia de la salvación del Tesoro artístico español,
por parte de un grupo de personas de diversas condiciones, creencias y nacionalidades,
todos ellos afines al Gobierno de la Segunda República.
En julio de 1936 da comienzo la Guerra Civil
española, que se alargaría en el tiempo por tres años, sembrando a su paso la
muerte, la destrucción y la miseria. Una de las víctimas de este conflicto
armado será el Patrimonio español, por cuya supervivencia y protección velará
la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, presidida por Timoteo Pérez Rubio.
Desde el comienzo de la guerra, este patrimonio será
objeto de destrucciones (como la del Alcázar de Toledo), saqueos y robos de iglesias,
y diversas especulaciones, como aquellas que proponían la venta del tesoro artístico
español con el objetivo de financiar la contienda.
A principios de noviembre, con múltiples
adversidades (bombas, saqueos, pillajes y robos) y ante una posible caída de la
capital en manos de los sublevados, el Gobierno de la República acuerda su instalación
en Valencia, y se decide que el Tesoro Artístico acompañará siempre al Gobierno
allá donde vaya, para que lo que se promulga un Decreto Ministerial.
De esta forma, en noviembre de 1936, algunas de las
obras del Museo del Prado parten en el primer convoy hacia Valencia, protegidos
por oficiales del ejército. Deberán hacer frente a numerosos obstáculos y
peligros, tales como el deterioro de las carreteras, los ataques enemigos, la
carencia de suministro de gasolina y de repuestos mecánicos. A ello se unen los
incesantes controles y la imposición de una velocidad de crucero en torno a los
15 km/h, lo que frena considerablemente la celeridad del traslado. Una vez en
Valencia, las obras son instaladas en la Iglesia del Patriarca y la Torre de
Serranos.
Sin embargo, el avance del enemigo obliga nuevamente
a llevar a cabo un traslado del Gobierno y el patrimonio, esta vez rumbo a
Barcelona. Así, las obras se repartirán en tres enclaves: Castillo de Perelada,
el Castillo de Figueras y la mina de talco de La Vajol.
El esfuerzo y valor de todos los miembros de la
Junta no podía luchar contra el irremediable curso de la guerra, que ya tocaba
a su fin. De esta forma, el 25 de marzo de 1939, el Comité Internacional se
disuelve, tras haber cumplido su última misión, con el traslado de todas las
obras a Ginebra.
A pesar que de que el Gobierno de Franco se atribuyó
todo el mérito en la salvaguarda del Patrimonio español, lo cierto es que
fueron estos hombres y mujeres los que lucharon por la defensa y protección del
legado histórico y cultural español.
Triunfaron y sus nombres se olvidaron…pero hoy los
recordamos.
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