lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Qué es el Patrimonio Cultural y para qué sirve?



No existe una única definición para precisar el término “Patrimonio Cultural”. A lo largo de la Historia, este concepto ha sido objeto de cuantiosos debates, tanto en el ámbito académico como entre el común de los ciudadanos, que han tratado de concretar la verdadera significación del mismo. Encontramos numerosas definiciones, entre las que destacamos las siguientes:
María Ángeles Querol, catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, define el Patrimonio Cultural como “el conjunto de bienes muebles, inmuebles e inmateriales que hemos heredado del pasado y que hemos decidido que merece la pena proteger como parte de nuestras señas de identidad social e histórica”.
Por otra parte, la Real Academia de la Historia precisa el Patrimonio como “Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes”.
Sin embargo, estas propuestas presentan grietas en su definición, pues todas son producto de la acción humana, quedando excluidos los bienes de la naturaleza y que también son considerados Patrimonio.
En definitiva, el término Patrimonio presenta variadas acepciones, pero todas coinciden en destacar la singularidad y excepcionalidad de las mismas. Desde sus orígenes, la humanidad ha dejado constancia de su presencia a través de la realización de obras arquitectónicas (monumentos, esculturas…) y artísticas (literatura, canciones, bailes, tradiciones orales, fiestas…) que con el devenir histórico se han elevado a la categoría de Patrimonio Cultural.
De esta manera, los bienes culturales se erigen como testigos de un pasado que nosotros debemos conservar y preservar dada su singularidad y excepcionalidad en el presente, dejando de lado intereses políticos o económicos y amén de la coyuntura social o temporal del momento que se viva. Se trata de recuperar, proteger y reconocer estos bienes como regalo o herencia de las generaciones pasadas y transmitirlas íntegramente a las generaciones venideras.
No obstante, esta concepción platónica no se corresponde con la realidad actual, ya que diariamente somos testigos de ataques, destrucciones y violaciones de nuestro Patrimonio, tanto a nivel nacional como mundial. A la falta de concienciación y educación de algunos ciudadanos se une, en muchos casos, la falta de profesionalidad e hipocresía de la que hacen gala ciertos organismos oficiales encargados de su custodia y conservación.
En definitiva, el Patrimonio deber ser valorado y respetado siempre, con independencia de la civilización que lo realizó, su antigüedad, su ubicación geográfica o la complejidad de la obra en sí misma, realidad que se extrapola también en el caso del Patrimonio Natural. Se hace necesario informar a la población del valor del Patrimonio mediante un conocimiento comprensible y accesible, para así atesorar los bienes mundiales, con independencia de que sean representativos o no de nuestra propia cultura o lugar en el que hayamos nacido.
Finalmente nos preguntamos para qué sirve el Patrimonio Cultural. Al igual que sucede con las definiciones, nos encontramos una gran multiplicidad de funciones o valores. Entre ellos se hallan el valor estético, económico, educativo, político, documental e instrumental.
En mi opinión el valor estético tiene un matiz muy personal, ya que la belleza de una obra varía de una persona a otra, por lo que no se puede menospreciar o minusvalorar ese Patrimonio en función de su apariencia estética o complejidad en su elaboración.
En cuanto al valor económico, corremos el riesgo de sobreexplotar el Patrimonio Cultural de manera exacerbada, sin tener en cuenta su preservación y cuidado. El turismo desmedido y los intereses monetarios no deben primar sobre el valor intrínseco del propio Patrimonio, pues por encima de todo se debe garantizar su supervivencia y mantenimiento. No obstante, es cierto que en algunas ocasiones, el dinero aportado para su visita puede contribuir a la financiación de su conservación y/o restauración. Sin embargo, esta aportación monetaria tendría que ajustarse a la realidad económica de la sociedad, para que todos los ciudadanos puedan tener acceso a la educación y la cultura patrimonial. Por tanto, han de regularse estos mecanismos para impedir la explotación excesiva y asegurar el acceso igualitario a todos los recursos patrimoniales por parte de la población. De esta forma, el valor educativo del Patrimonio queda garantizado y se logra la difusión de estos conocimientos de una manera accesible y comprensible.
Por otra parte, la política interviene en su tratamiento del Patrimonio, pues lo utiliza en función de sus intereses políticos e ideológicos, tratando de influir en el pensamiento colectivo de la población.
Por tanto, considero que por encima de estos valores mencionados anteriormente, debe prevalecer el valor instrumental, documental y educativo del Patrimonio Cultural. A pesar de ello, considero que el Patrimonio ya tiene valor por sí mismo, con independencia de la información que nos transmita, pues es el legado que hemos recibido del pasado, que nos vincula con nuestros antepasados y raíces y nos permite vivir en el presente valorando nuestra herencia.

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